(Poeta Invitado: Avi)
En la esquina, frente a mi ventana, había una casa vieja y destartalada, “nº13” de la calle, a cuyas troneras accedían las palomas por unas arpilleras que bajo el alero se encontraban, invitando a dar cobijo a quien osara introducirse, y lo hicieron las palomas que revoloteaban en derredor. Se instalaron en el improvisado palomar, decididas a crear una gran familia que pronto alegraron, con sus trinos y aleteos, la monótona vida de nosotros los vecinos.
En la esquina, frente a mi ventana, había una casa vieja y destartalada, “nº13” de la calle, a cuyas troneras accedían las palomas por unas arpilleras que bajo el alero se encontraban, invitando a dar cobijo a quien osara introducirse, y lo hicieron las palomas que revoloteaban en derredor. Se instalaron en el improvisado palomar, decididas a crear una gran familia que pronto alegraron, con sus trinos y aleteos, la monótona vida de nosotros los vecinos.
Un día, para desgracia de nuestras queridas palomas, se presentó una unidad del ejército de la construcción perfectamente equipada con una gran maquinaria y monstruosos vehículos de los que cuidaban inmigrantes con papeles.
Con tan aparatoso despliegue, nosotros los humanos sospechamos al momento lo de “reunión de pastores oveja muerta” aplicable, en este caso, a la casa en que, desafortunadamente, las palomas habían fijado su residencia y en la que pensaban ver crecer a su descendencia. Hasta que se produjo el primer estruendo de una de esas infernales máquinas, las palomas contemplaban los silenciosos movimientos del personal; cuando eso ocurrió, cundió el pánico y a todas las aspilleras se asomaron horrorizadas mis queridas palomas que yo me imaginaba llorando la irreparable pérdida de la casa en que tenían su morada como “okupas” desalojados por la policía.
Tuvieron que dejar su casa, sus enseres y hasta su “prole” por no poder llevárselos con ellas. La maquinaria moderna es capaz de derribar una casa y hacer desaparecer los restos, en muy pocas horas y así sucedió en nuestro caso.
Las palomas no comprendían porqué les habían hecho eso si eran inocentes; y ahora andan desorientadas. En el solar resultante se levanta una casa nueva destinada a apartamentos y a punto de concluir, pero me temo que no habrá apartamento para las palomas y seguiremos viéndolas de aquí para allá sin rumbo como el bajel que, después de una desoladora tormenta, ha perdido los elementos de propulsión y navega a la deriva. .
Las Palomas desahuciadas (Poema)
Los días son fríos
Las noches templadas
Las aguas van a los ríos
Por las cañadas.
Las palomas de mi calle
Han sido desahuciadas
Y por ahí desparramadas
Se esparcen por el valle.
A las ramas de los árboles
Y los cables de los tendidos
Al abandonar sus nidales
Huyen de los hombres todos.
Las amas de casa tienden
En el terrado sus coladas
Y no quieren que la manchen
Las palomas desahuciadas.
Palomas de mi calle, ¡pobres!
Que ya no tienen palomar
Las abandonaron los hombres
Y arrebatado su hogar.
De mi pantalón en el bolsillo
Un puñadito de arroz traía
Los días que yo salía
A la plaza por el pasillo.
Y las palomas sabedoras
De lo que en mi bolsillo había
Me esperaban retadoras
Para engullirlo a porfía.
Está muy mal visto
Por la municipal autoridad
Dar a las palomas pisto
Porque adquieren notoriedad.
Esa estampa ya no se diera
A menos que en la nueva casa
Por una feliz y noble promesa
El palomar se quedara.
El desgarrador espectáculo
De las palomas sin rumbo
Que vagan de tumbo en tumbo
Es de la vida un obstáculo.
En la plaza juegan los niños
Y las echan de su merienda
Y las madres les hacen guiños
Para terminar la contienda.
(“El Niño de la Puebla”)
Los días son fríos
Las noches templadas
Las aguas van a los ríos
Por las cañadas.
Las palomas de mi calle
Han sido desahuciadas
Y por ahí desparramadas
Se esparcen por el valle.
A las ramas de los árboles
Y los cables de los tendidos
Al abandonar sus nidales
Huyen de los hombres todos.
Las amas de casa tienden
En el terrado sus coladas
Y no quieren que la manchen
Las palomas desahuciadas.
Palomas de mi calle, ¡pobres!
Que ya no tienen palomar
Las abandonaron los hombres
Y arrebatado su hogar.
De mi pantalón en el bolsillo
Un puñadito de arroz traía
Los días que yo salía
A la plaza por el pasillo.
Y las palomas sabedoras
De lo que en mi bolsillo había
Me esperaban retadoras
Para engullirlo a porfía.
Está muy mal visto
Por la municipal autoridad
Dar a las palomas pisto
Porque adquieren notoriedad.
Esa estampa ya no se diera
A menos que en la nueva casa
Por una feliz y noble promesa
El palomar se quedara.
El desgarrador espectáculo
De las palomas sin rumbo
Que vagan de tumbo en tumbo
Es de la vida un obstáculo.
En la plaza juegan los niños
Y las echan de su merienda
Y las madres les hacen guiños
Para terminar la contienda.
(“El Niño de la Puebla”)
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